Leo Vardiashvili y la Georgia postsoviética: “Los tiroteos anulaban las preocupaciones banales”
Novedad editorial
El autor debuta en narrativa con 'Junto a un bosque inmenso', una historia de familia, guerra y pérdida
Leo Vardiashvili, fotografiado en Londres
Leo Vardiashvili (Tbilisi, 1983) se esmera mucho en causar buena impresión. Acaba de debutar en literatura y el éxito de ventas en Reino Unido de su nuevo libro, Junto a un bosque inmenso (Salamandra), lejos de animarle, le provoca vértigo. “Aunque se hable menos, los hombres también tenemos el síndrome del impostor”, reconoce a La Vanguardia justo antes de pedirse una cerveza en un elegante bar frente a la estación de Euston, en Londres, donde reside desde que tiene doce años, cuando llegó con su familia como refugiado de Georgia. Una pista más de que su novela tiene tintes autobiográficos y de que es una clara intención de reconciliarse con el pasado. “Solo recuerdo que la profesora me pidió que me sentara al final del aula, me entregó un diccionario y me dijo que me lo estudiara”. Obediente como nadie, lo hizo, y ahora publica una novela en esta lengua. En castellano, llega a las librerías el 6 de marzo.
El suyo es un relato sobre las andanzas de tres miembros de una familia que, tras años de exilio en el Reino Unido, regresan a su Georgia natal. Primero lo hace el padre, Irakli, arrastrado por los recuerdos de una esposa perdida y un territorio desolado pero, al fin y al cabo, el suyo. Al no recibir más noticias de él que un críptico mensaje, su hijo Sava decide seguir sus pasos en un viaje que lo llevará al corazón de un conflicto que ha marcado a generaciones.
“La idea de escribir una novela surgió cuando yo mismo regresé a mi país por primera vez, ya de adulto, con 28 años. Fue una experiencia extraña que me hizo sacar el bolígrafo y anotar todo, sin saber muy bien si esas notas acabarían yendo a ningún lugar. Fue un shock ver que Tblisi se parecía mucho a Londres. No esperaba encontrarme con pantallas táctiles ni con grandes anuncios o McDonald's grandiosos. En mi cabeza, seguía aquel imaginario comunista que dejé y que sí acabé hallando en el distrito de Sololaki, donde la trama empieza, y donde el tiempo se ha detenido de forma excepcional. Ahí todo seguía igual y sentí que iba a poder encontrarme con mi abuela y con otros familiares que no viajaron con nosotros. No se suele mencionar el trauma que se produce cuando se pierde a alguien y no se vuelve a ver nunca más. En esas calles reviví todo”.
Los apuntes de todo lo que iba encontrando a su paso quedaron ahí, a la espera de ser asimilados hasta que, en 2015, sucedió algo inesperado: los animales del zoológico de Tblisi se escaparon después de que el recinto se inundara tras una tormenta. “Fue entonces cuando pensé que esto era exactamente lo que necesitaba. Era la excusa perfecta para empezar hablando de mi país de forma novelesca sin centrarlo todo en mi familia. Tomé ese desmadre en el zoo como una señal. Un diluvio bíblico”.
Manifestación en Tblisi, el año pasado, en apoyo del actual presidente de Georgia, el ex futbolista Mikheil Kavelashvili
Ponerse a escribir sobre el pasado familiar y del país es algo que puso contra las cuerdas al autor, que desbloqueó muchos recuerdos que habían quedados olvidados en algún cajón de su memoria, como los tiroteos que ensordecieron su ciudad en los 90 y que “anulaban cualquier otra preocupación banal que uno pudiera tener”. Pero sus líneas, también, pretenden arrojar luz sobre el turbulento pasado postsoviético del país y el profundo trauma de la guerra. Es por eso que, pese al contexto histórico, el autor no considera que la suya sea una novela pesimista. “Quería evitarlo, por eso está dotada de humor y tiene un punto de ironía. Era la forma también de hablar de historia pero manteniendo la política lo más alejada posible”.
Fuera de las páginas, y una vez pasado el susto de hablar por primera vez con un medio español sobre su historia, Vardiashvili sí se aventura a hablar de política. “Las manifestaciones contra el gobierno en Georgia son mayores. Son muchos los que acusan de que se han amañado unas elecciones electorales y esto es algo grave. Por si fuera poco, la gente está exigiendo a los políticos que se acerquen más a Europa y que tengan menos relación con Rusia. Es una situación tensa que no parece que vaya a frenarse. No es una guerra y confío en que no lo acabe siendo. Pero todo siempre empieza con dos bandos que no se hablan. Hay un momento en el que el protagonista reflexiona sobre esto mismo y dice: 'Rusos, georgianos, ¿Cuál es la diferencia? Un proyectil es un proyectil, pero sigue matando”.